Sunday, November 09, 2008

Una entrada en contra de los argentinos

El otro día estaba muy tranquilo caminando por la Condesa, pensando, Ah, Suave Patria. Cómo disfruto que seas de los mexicanos, no que esos pinches países del norte, como Estados Unidos, que están todos invadidos de paquistaníes, de chinos, de somalíes, y de negros. Y hasta de nacionalidades peores. Seguro se me está olvidando una...ah, no me acuerdo. En fin, creo que es una que se concentra con apremio en Tejas y California. Intentaré hacer memoria después de escribir esto. El caso es que estaba a media diatriba racista cuando de pronto fui atacado por unos güeros argentinos que me robaron la cartera y me quitaron mi trabajo de mesero. Me encabroné tanto que no me quedó de otra salvo mentarles sus pinches madres y escribir esta entrada.

La verdad es que no entiendo esto de los argentinos en México. La verdad es que yo no estoy en contra de la migración, eso que quede claro. Que las personas migren de los países pobres a los países ricos me parece muy razonable. Pero el caso de los argentinos en México es anómalo. Primero, porque el nivel de vida en México y Argentina es bastante equiparable. Segundo, debido a la reacción de los mexicanos ante el hecho de que la capital se está llenando de sudamericanos. En prácticamente todos los países del mundo, los inmigrantes empiezan desde abajo y hacen los trabajos que no quieren hacer los nacionales del país. Ganan los salarios más mediocres, y trabajan más. No digo que esto sea justo, por supuesto, pero es más o menos lógico. Salvo que seas requerido en un país, no resulta razonable que se te de un trato especial por tu condición de migrante económico.

Les pongo el siguiente ejemplo: si mañana yo me quisiera ir a España, salvo que me fuera con una oferta de trabajo, tendría que trabajar ilegalmente en algún restaurante mexicano en el barrio de Chueca, sirviéndole margaritas de 6 euros a españoles ojetes y turistas mexicanos que cuando están en México comen cada semana en restaurantes españoles, pero que cuando van a España una semana de visita les entra la nostalgia y terminan es esos lugares.
Otra cosa sería si me fuera de profesor invitado a la Cátedra de Blogueo "Von Decomposer" de la Universidad Complutense. Pues sí. Porque en ese caso yo estaría proporcionando un beneficio especial a la sociedad española y al desarrollo educativo de dicha nación con mi presencia, cosa que el marroquí que va a limpiar baños a Algeciras no hace pues realmente está desempeñando un trabajo que no requiere de mucha preparación, y que a pesar de ser necesario, podría ser ocupado por un nacional.

No estoy diciendo que los migrantes no merezcan mejores condiciones de vida, por el contrario, me parece que está mal que no se les reconozca su esfuerzo ni se les integre a la sociedad. Lo único que digo es que si te vas a otro país, no deberías esperar convertirte en un miembro destacado de la sociedad salvo que aportes con tu trabajo algo que no cualquiera podría aportar. El decir que los campesinos mexicanos que trabajan en los campos de California merecen que se les integre legalmente a la sociedad no equivale a pensar que merecen pertenecer a una posición acomodada (suponiendo que el ascenso social se da por méritos, algo completamente falaz...pero en fin). Esto se debe a que en teoría, un gobierno y el pueblo de un país vela por los intereses de los connacionales. O sea que no es irracional ni racista darle preferencia en un trabajo a un mexicano capacitado en México, o a un gringo capacitado en EU, un turco capacitado en Turquía, etc.

¿Hasta ahí todos de acuerdo?

Pero lo raro es que, en México, llega un argentino sin papeles y entra directo a ocupar puestos que le permiten una vida medianamente clasemediera. Como si no hubiera 50 millones de mexicanos jodidos y hambrientos que pudieran ocupar ese sitio. Les dan las chambas de meseros en los restaurantes caros a los argentinos como si no hubiera mexicanos que pudieran servir mesas. Les dan las chambas de profesionistas como si no hubiera profesionistas sin empleo en México. Les dan las chambas de edecanes, teiboleras, modelos, actrices, como si en México no hubiera gente que pudiera menear el culo y repartir sobres de Clight afuera de las estaciones del Metrobús y tuviéramos que importar personas desde el Río de la Plata para ello.

La pregunta evidente es: ¿Por qué les dan esas trabajos a los argentinos?

Y la respuesta, un tanto preocupante, es que eso ocurre por una sencilla razón. No tiene nada que ver con talento excepcional, ni con una escasez de mano de obra nacional, sino con una cuestión racial. Porque los argentinos son blancos. Así es. Los mexicanos son tan pendejos que no les gusta aceptar su condición mestiza. De no ser porque veo cómo ocurre todos los días, me sería imposible concebir que en un país donde el ochenta por ciento de las personas son prietas, los medios y la publicidad se dediquen en cuerpo y alma a convencer al público de que ser moreno es motivo de ignominia.
Por ejemplo, ese veto no declarado que existe hacia los indígenas en las telenovelas, donde las protagonistas, a pesar de supuestamente encarnar a mujeres de barrio o a indias de la Sierra, son invariablemente blancas de ojos verdes con vestidos de tehuanas.
Otro buen ejemplo son los productos de belleza. Tanto la publicidad imperante como la forma de arreglarse de la gente denotan el autodesprecio con el que se juzga la gente. Los pupilentes, los tintes, las cremas blanqueadoras...estos productos saturan los centros comerciales y permiten darle cuerda a las aspiraciones de millones de mestizos avergonzados de serlo. Qué importa si a la hora de la hora, después de haber gastado miles de pesos en accesorios, terminan pareciendo la versión pirata de Britney Spears: lo que importa es parecer lo menos posible un mexicano. Porque nada les cuesta a las compañías de cosméticos, de ropa o de champúes vendernos un ideal de belleza mestizo y continuar oprimiendo a las mujeres desde todos los demás flancos. Esto incluso podría ser visto como un avance respecto al actual paradigma racista. Pero no, es como si nos dijeran que tal cosa no existe, que la belleza es siempre europea, y que los morenos estamos todos excluidos de ella.

El que los mexicanos acepten esto denota que la lucha por el orgullo racial es una batalla que se dio por perdida hace mucho. El mexicano tiene un enorme complejo hacia su color de piel que los argentinos no hacen más que explotar a su favor. Los argentinos saben perfectamente que a los mexicanos no les gustan los mexicanos. A mi juicio, esto nace a partir herida histórica de la conquista. Como bien señala Octavio Paz en El laberinto de la soledad, la conquista se da por medio de una violación simbólica. La de la india chingada por el español. Pero ésta es sólo el primero de una cadena de ultrajes. Posteriormente nos cogieron los gringos (en repetidas ocasiones), los franceses, el TLCAN.
Por ello, los mexicanos le tienen miedo y respeto a los blancos. Son demasiado indígenas para pasar por europeos, pero la mayoría tiene algún rasgo evidente de ancestría europea que intentamos relucir para así jactarnos de que el padre violador finalmente es también nuestro padre. Si no fíjense en cómo ciertos elementos y rasgos físicos (ojos claros, piel clara, pelo claro, estatura) son considerados "virtudes" en la filosofía popular. Es tanto el peso de la raza, que hacemos lo posible por identificarnos con los "chingones" cuando no somos más que los "chingados".

Los mexicanos incurrimos en uno de los racismos más autodestructivos y estúpidos que hay: el autoracismo. En lugar de enorgullecernos o simplemente aceptar nuestro color de piel, de pelo, de ojos, nos rechazamos a nosotros mismos como feos y hasta preferimos ser copia grotesca de un gringo que ser nosotros.
El éxito de las edecanes argentinas es prueba de lo que Enrique Serna llama "tercermundismo erótico". Como buenos capitalistas, hermos buscado los mercados baratos para hacernos de achichincles güeritos. Como sería inconcebible tener de meseros y de edecanes a unos gringos o a unos europeos, aceptamos a los argentinos porque es lo más cerca que podemos estar de tener a un blanco a nuestras órdenes en un país donde tener piel clara se correlaciona con un grado injustificable de éxito social.
Por eso el mestizo promedio se apantalla de que una rubia le dirija la palabra, y ése es el éxito de las edecanes argentinas. En cuanto a las edecanes argentinas, el que un mexicano o una mexicana esté más dispuesto a hacerle caso a una mujer blanca que a una morena, simplemente saca a relucir el complejo de inferioridad que sentimos cuando nos enfrentamos a los tipos de cuerpo europeos. La sobrestimación de las rubias no es otra cosa que el reflejo de nuestra inseguridad, y de la fascinación que ocasiona en nuestra mentalidad colonizada el que una persona de piel blanca nos dirija la palabra (sin que lleve un látigo o una escopeta entre manos).
Por lo mismo, los mexicanos que van al spring break en Cancún con miras de ligarse gringas suelen terminar batiéndose pajas en el cuarto porque su aproximación a la gringa como si encamarse con una rubia equivaliese a ganarse el premio mayor de la lotería denota la carecencia de autoestima y el respeto propio necesarios para proyectar otra cosa que no sea la imagen de un limosnero mestizo que pide sexo por misericordia. Ligarse a una güera sigue planteándose apriorísticamente como un reto cultural superior a nuestras fuerzas, y eso es lo que anula nuestras posibilidades de éxito.
Pero no sólo el prieto tiene complejo de inferioridad, sino que el güero tiene complejo de superioridad. No hay mujer más mamona y difícil en el mundo que una güera mexicana, pues conoce perfectamente que ante los ojos malinchistas de nuestro pueblo, encarna el anhelo subalterno por excelencia: aquél del hijo de la chingada por chingarse a la hija del chingón.


Conclusiones: Yo creo que lo que tendría que pasar es que todos los mexicanos se cogieran a una güera. Así por fin se nos quitaría. Y respecto a los argentinos, pues que sigan viniendo a trabajar de cosas que acá no haya (bueno futbolistas o profesores de historia argentina, por ejemplo) y no de pinches edecanes y actores.

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Por cierto, ¿querían que le echara más mierda a los argentinos? ¡Qué va ser ésta una entrada contra los argentinos! Es contra los pinches mexicanos pendejos, como siempre.