Friday, September 18, 2009

Juanito me encabrona

Por raro que le pueda parecer a cualquier persona que haya crecido durante el foxismo, hubo una época en la que los políticos se daban a respetar. No quiero decir con esto que fueran personas más decentes o que hicieran mejor su trabajo que ahora. No. Lo que quiero decir es que hubo un tiempo en el que se asumía que quien llegaba al poder reunía una serie de aptitudes de las que la mayor parte del apestoso vulgo adolescía.
Por lo tanto: si los políticos eran más imbéciles que uno, hacían lo posible por esconderlo. Pero todo eso cambió con la llegada del nuevo siglo. Una de las mayores contribuciones de personajes como Vicente Fox y George Bush en lo que al entendimiento masivo de la política refiere, consistió en destruir brutalmente la idea de que los gobernantes son personas capaces e inteligentes. Por el contrario, sus constantes equívocos y burradas dejaron bien claro que la política es un circo. En el 2006 nos tocó presenciar en México una campaña presidencial en la que ningún contrincante pronunció un solo argumento; una campaña en la que el nivel intelectual del debate político resultaba tan bajo que terminaba aniquilándose a sí mismo: al no haber propuestas, no había lugar para rebatir ni para contrargumentar. La elección del candidato se hizo a partir de la simpatía generada de las campañas publicitarias, no de una afinidad ideológica o una visión compartida.
Los frutos podridos de esta política cada vez más desideologizada siguen brotando inmundemente de las ramas de sus árboles. La sabandija más reciente a la que nos vemos en la obligación no sólo de mantener con nuestros impuestos, sino de ver a cada rato en la televisión y los periódicos, se hace llamar Rafael Acosta, alias Juanito. El tipo, que carece de preparación, de inteligencia, de cualquier elemento objetivo que nos haga pensar que sería capáz de gobernar Iztapalapa, representa un grado inaudito de la mariomorenización de la política. Lo triste es que, a diferencia de una película de Cantinflas, donde las buenas intenciones bastan para sacar adelante a los subditos, el reinado de Juanito I de Iztapalapa amaga con llevar a un ahondamiento de la ya de por sí notable marginación de la delegación. Todo esto, por supuesto, mientras el tipo que hace un par de meses compraba su ropa en los tianguis, usa la partida especial para comprar trajes italianos y zapatos de 8 mil pesos. Todo esto mientras lo vemos jurarle a los periodistas (en una tercera persona que resulta bastante ezquizofrénica) que su triunfo fue por mérito propio.
Juanito ya ha demostrado ser mentiroso, ser traicionero, ser abusivo. Ya ha mencionado que está dispuesto a cambiarse de partido (ahí vemos una falta de escrúpulos y de convicciones). Su historia pone sobre la mesa algo innegable: que la izquierda está llena de personas que se pronuncian en contra de la injusticia no por cuestión de principios, sino porque la injusticia no los ha beneficiado todavía. En el momento que una coyuntura política les arroja algo de dinero, se transforman y se venden al mejor postor (bien sabe la derecha que la mejor forma de ganarse un aliado es pagándole un salario). Con esto demuestran ser endebles, hipócritas, sobornables. Demuestran que el problema de la decadencia de la izquierda en México está vinculado a un factor humano, no sólo a la falta de un sistema politico justo. Con esto quiero decir que: la mayoría de los hombres que vienen del “pueblo" son, en el fondo, tan viles como los que los gobiernan.
La izquierda se ha venido despolitizando tanto en los últimos 20 años que, hoy en día, ser de izquierda ya no representa una postura política acorde con ciertos valores. Más bien, el vínculo común entre las bases izquierdistas es la "jodidez" (“vota por mí porque tú eres pobre, no porque pretendamos ser moralmente superiores que los otros“). Pero si la pobreza es lo único que nos convierte en izquierdistas, entonces es evidente que en el momento en que Juanito obtenga su primer cheque de aguinaldo y pruebe las mieles de comprar en Masaryk (cosa que ya saborea cual oso en un panal), se volverá de derecha, si no en su forma de hacer política, al menos en su vida privada.

Por todo esto y más, Juanito me encabrona.



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Inserción pagada por Amigos de Clara Brugada, S.C.